Siempre quise bailar en un Tepeeg Notu
- 23 Dec, 2020
- Artes
El Tepeeg Notú es un encuentro de danza folklórica que se hace en Tijuana desde 1997, en el que participé en algunas ocasiones y es parte de mi formación profesional y académica. Hace un fin de semana fue la versión virtual y después de verle, esto fue lo que escribí.
La primera vez que entré al teatro del Centro Cultural Tijuana (CECUT) fue en mayo del 2009 y sentí como cuando el aficionado del fútbol entra por primera vez a un estado de ligas mayores, como cuando la familia en Mexicali recorre la casa que se ganó en el Sorteo de la UABC o como cuando vas llegando a la Ciudad de México en avión, una azafata anuncia el descenso y te asomas por la ventana.
Nunca había entrado a un teatro tan grande. Mi asiento era en la parte de arriba y mientras admiraba la Sala de Espectáculos, también veía el programa de mano que tenía conmigo en el cual se leía:
Bienvenidos a nuestro evento “Tepeeg Notú” XIII edición.
Presentamos un programa donde participan grupos y compañías de danza folklórica mexicana de reconocido prestigio y alto nivel de ejecución, en donde podrán apreciarse diferentes estilos dancísticos, producto del trabajo de cada uno de sus directores y colaboradores artísticos.
Iba con muchas expectativas. Ya sabía del Tepeeg Notú y de los grupos que participaban. En mis ratos libres, además de editar continuamente el código HTML de mi MySpace, ir a tomarme fotos con los emos del CinemaStar y de ver a Flavor Flave decidir si quería quedarse con New York, me ponía a ver videos de grupos de danza en YouTube o googleaba “danza folklórica” y me pasaba horas viendo y leyendo la información que encontraba.
Salí del teatro casi como Julia Roberts cuando va a ver la Ópera en Pretty Woman, casi lloré. Nunca había visto algo cercano a lo que vi esa noche: cambios de vestuario, una catrina, zapatos de diferentes colores, dieciséis parejas danzando una polka, rumberas sinaloenses, muchos hombres bailando. Era un buffete de danza.
El Tepeeg Notú es un festival de danza folklórica organizado desde hace 24 años por la Compañía de Danza Ticuán y dirigido por la Maestra Maria Esperanza Romero que convoca a agrupaciones destacadas de Baja California y del sur de California.
[caption id="attachment_74245" align="aligncenter" width="1850"] Fuentes: Redes sociales de la Compañía de Danza Ticuán y de Tepeeg notú[/caption]
El nombre del encuentro proviene del vocablo de la lengua de la etnia Pai Pai, uno de los pueblos originarios de Baja California. En Pai Pai, al sol se le denomina “notú”, que significa “en lo alto” y “tepeeg” es el término que se le da al número uno. Tepeeg Notú significa ‘uno en lo alto’, donde uno son los grupos y compañías de danza folklórica y lo alto es el escenario.
Al siguiente año volví a ir. Ahorré para mi boleto, conseguí raite Ensenada-Tijuana y viceversa, y convencí a una amiga que recién se había mudado a Tijuas de que fuera conmigo.
La función superó a la del año pasado. Al finalizar, además de dar reconocimientos a los directores de cada grupo, les daban a bailarines y bailarinas que participaban por décima ocasión en el festival. Cuando nombraban a alguien, todos aplaudían, chiflaban y gritaban su nombre. Yo quería estar ahí, quería bailar en un Tepeeg, quería bailar en el Teatro del CECUT, quería saber el por qué había bailarines participando año tras año por una década.
Tomé mi primera clase de danza folklórica en la Casa de la Cultura de Ensenada cuando tenía once años. A los dieciséis, me metí al grupo Omóu Pílkuyak (ahora Academia de Danza) porque ellos participaban en el Tepeeg y yo quería bailar en el Tepeeg.
Al siguiente año volví a ir.
Era el XV aniversario del encuentro y yo estaba viviendo la fantasía de participar en él: un gafete con mi nombre, una fiesta, una foto grupal en las escaleras del Jai Alai, desfilar por la Revu. Ir a bailar Calabaceado a La Misión y arreglarse en el camino, el ensayo general de agradecimientos, un sol gigante colgando de las varas del teatro, bailarines y mamás del Ticuán (la compañía organizadora) en plan staff de una celebridad atentos a toda solicitud. Mi familia viendo una película en el Domo IMAX, en lo que comenzaba la función, bailarines ofreciendo boletos a precio mínimo para no perderle.
[caption id="attachment_74251" align="aligncenter" width="1920"] Grupo de danza Omóu Pílkuyak, Tepeeg Notú 2011[/caption]
Mi parte favorita fue el cotorreo que se armó en los camerinos. Esa vez hice amistades que hasta la fecha conservo. Descubrí que el Tepeeg además de ser un espectáculo, era un espacio seguro, de socialización y convivencia donde las similitudes entre las personas eran más importantes que sus diferencias.
Al año siguiente no volví a “ir”. Al año posterior participé siendo bailarín de la Compañía de Danza Ticuán.
Cual millenial que no se conforma con nada y siempre quiere más, me mudé a Tijuana para estudiar la universidad y, porque quería bailar en el Ticuán (antes del 2008, la Compañía llevaba de nombre Ballet Folklórico Ticuán y por eso se le conoce como “el Ticuán”).
“Por reunir desde 1997 a los grupos más destacados de danza folclórica de la región en un encuentro amistoso que fortalece la riqueza cultural de los mexicanos a través de sus danzas, música e indumentaria” es la leyenda que se lee en la placa que El CECUT entregó a la Compañía en 2016, en la vigésima edición del encuentro.
Ese año fue la última vez que tuve la oportunidad de participar.
Bailar en el Ticuán y por ende ser de la agrupación anfitriona del TN era vivir la danza folklórica a lo más, en diferentes áreas y aspectos además de la ejecución e interpretación.
[caption id="attachment_74250" align="aligncenter" width="960"] Foto de Abril M. Ruiz[/caption]
Ensayar de lunes a viernes hasta la medianoche y sábados completos sin ninguna queja, confeccionar vestuario y utilería nuevos, llegar a los camerinos a las seis de la mañana para personalizarlos y decorarlos y que el poli nos dejara entrar aunque el acceso era a las siete. Hacer sesiones de fotos, aprenderse de memoria las letras y números de las butacas del teatro para ver con quien hacer trueque de boletos, quedarse sin dinero, saber a donde llevar de after a los invitados foráneos. Lavar y picar fruta, ubicar a los bailarines de otros grupos por nombre y apellido, fumarse un(os) tabaco(s) rojo(s) con el Vaquero (traspunte del teatro), y estar en plan staff de una celebridad atentos a toda solicitud.
[caption id="attachment_74249" align="aligncenter" width="2560"] Foto de Stephanie Ochoa[/caption]
Desde la primera vez que asistí a un TN hasta la fecha, el festival ha cambiado y crecido. En aquel entonces y hasta el 2011, se llevaba a cabo en dos días. Los sábados, en la avenida Revolución entre calles Segunda y Tercera, enfrente del Soriana de acceso gratuito. Y los domingos, dos funciones de gala en la Sala de Espectáculos del CECUT.
Después, la función al aire libre se ha realizado en diferentes espacios con gran capacidad de aforo como el CEART o la explanada del CECUT. También, desde el 2014, el TN tiene dos spinoffs: Tepeeg Notú infantil y Tepeeg Notú Juvenil. Las funciones de gala se siguen realizando en la SDE con una venta de boletaje que busca cubrir los costos de producción de cada una de las agrupaciones.
En el veinte veinte, a causa de Miss Rona, la Secretaría de Cultura creó el programa “Contigo en la Distancia”, un proyecto virtual que a través de las redes sociales de instituciones pertenecientes a la Secretaría comparte contenido de índole artística y cultural. Entre el material que ofrece, se puede encontrar la versión digital del Tepeeg Notú dividida en cuatro partes, en el facebook del Centro Cultural Tijuana.
[caption id="attachment_74248" align="aligncenter" width="1035"] XX Tepeeg Notú, Explanada del CECUT. Foto: CECUT[/caption]
-Romper el paradigma, el paradigma muy fuerte de los grupos de danza que sí podemos trabajar y alimentarse propiamente de las habilidades de cada uno. Lo que yo veo en un grupo hacerlo mío si es que yo lo quiero integrar porque cada grupo es completamente diferente. Estar en el mismo lugar sin que sea competitivo-, respondió el maestro Cecilio, director de la Compañía de Danza Ticuan cuando le preguntaron cuáles son algunas de sus experiencias favoritas al ser organizador del festival.
Entrevista que se le realizó a él y a todos los directores de grupos que participaron en la edición de este año del Tepeeg, para aprovechar el espacio que ofrece la virtualidad y dar un acercamiento a ellos y sus historias, algo que el escenario no permite.
Obviamente ya vi las cuatro partes en las que se divide el Tepeeg Notú 2020.
-Cuando estás en el escenario dices vale la pena. Y el próximo año ahí estás, queriendo volver, dijo el maestro Ramón Osuna, director de la Academia de Danza Omóu Pílkuyak rememorando las múltiples experiencias que ha vivido gracias al TN: su noviazgo, el nacimiento de sus hijos, compartir la danza folklórica sin estar buscando un tercer, segundo y primer lugar.
La primera vez que bailé en el Tepeeg, la esposa de Ramón estaba en la última etapa de su segundo embarazo, en el hospital, a punto de parir. Antes de salir a bailar, en la carpintería del teatro nos juntamos quienes éramos parte del grupo y pedimos que Amelí naciera con salud, que tuviéramos la energía para darlo todo en el escenario y que el norteño no se equivocara tocando El Tololoche Chicoteado como en los ensayos. Sólo pasaron las dos primeras pero no importó.
El profe Ramón, al igual que Héctor Sánchez, bailarín del Ticuán; el Maestro Humberto y su Grupo de Danza Cochimí; y, por supuesto, la familia Cordero Romero han estado desde 1997, desde la primera versión del festival hasta la vigésimo cuarta.
También estamos los que hemos participado en cinco, ocho, diez ocasiones (por ejemplificar), pero que podemos confirmar que al finalizar la función de gala en la Sala de Espectáculos, cuando después de que todos los grupos pasan de uno por uno a dar las gracias al escenario, de que los directores de cada uno de ellos son reconocidos, de que quienes han bailado en diez ocasiones se les entregue un reconocimiento también, de que la Maestra Esperanza se despida del público mientras te rodean decenas de personas con trajes típicos, decimos que todo vale la pena y al siguiente año vamos a querer volver.

El domingo 17 de mayo del 2009 fue la primera vez que entré a la Sala de Espectáculos y la primera vez que vi un Tepeeg Notú en vivo. Un festival que a mis dieciséis años ya sabía de su alcance, importancia e influencia. Si googleas, buscas en YouTube, Facebook o Instagram el resultado será extenso y podrás pasarte horas viendo y scrolleando. Después del TN, han surgido otros encuentros regionales amistosos de danza folklórica en Baja California. Agrupaciones reconocidas han venido a Tijuana a participar en el Tepeeg.
Amalia Hernández dijo que cuando bailas, tú único compromiso es con el arte mismo. Estoy seguro que ese compromiso es el que ha alentado que año con año durante casi un cuarto de siglo, el Tepeeg Notú se lleve a cabo. Que por veinticuatro años diferentes una gran diversidad de personas se junten un fin de semana a compartir sus personalidades a través de la danza. Buscando ser todos uno. Uno en lo alto.
Foto de portada: Francisco Serna