Más allá del matrimonio igualitario
- 26 Oct, 2020
- Opinión
A pesar de que se ha expresado a través de la Suprema Corte de Justicia desde el 2011 que ya debería ser reconocido ante la ley y que cada individuo podría casarse según lo desee, el cambio de forma legal en ciertos lugares no ha sido una transición fácil.
¿Cómo es que a dos meses de terminar el año se vuelve a insistir en que se tome en cuenta la comunidad LGBT+? Son un sinfín de motivos, pero si apuntamos directamente lo que ha sucedido en estas sesiones donde se lleva a cabo la votación, no solo son los votos esperanzas altas, pero aun así reunidos en ese estacionamiento había un poco de tensión en contra, sino las personas que se abstuvieron de hacerlo.
La primera vez que se rechazó, el 16 de julio, recuerdo tener que aguantarme las lágrimas en mi sala, viendo la transmisión en línea, no sabía si era más fuerte la decepción o el coraje.
Justo había sido mi primera vez en una de las primeras caravanas que se habían realizado en apoyo y visibilidad de la comunidad, también mi primera vez asistiendo a una “fuera del closet”. Decirlo así se siente extraño, considerando que no era una revelación reciente para mí ni para mis amigos que también asistieron, los cuales habían pasado por su propio proceso de autodescubrimiento, algunos más lentos que otros.
Teníamos en el aire, no sabíamos qué tan seguros estábamos en un lugar tan público donde abiertamente estábamos anunciando nuestra “postura política” junto con nuestra orientación, aunque tal vez eso hubiera sido un poco más difícil de adivinar, tampoco estábamos tan seguros de que nuestras expectativas fueran a cumplirse el día siguiente.
Cuando no sucedió, fue una reacción colectiva entre mis conocidos, fue mucho más fácil expresar coraje sobre lo sucedido a cualquier otra emoción, así como lo es apuntar esta negatividad a un grupo de políticos que la mayoría nunca has visto en persona, pero aun así para ellos no eres una prioridad para el estado y quien sabe cuántas más ideas negativas correlacionen inmediatamente con tu persona, solo por pertenecer a este grupo. Ese enojo es mucho más sencillo al que se siente a la gente más cercana a nosotras.
No soy cercana a mi familia externa, así que cuando me enteré que alguien dentro de ella estaba publicando en su perfil que “rezaran para que no se aprobara el Matrimonio Igualitario”, no me sorprendí y decidí no darle mucho espacio en mi cabeza considerando que venía de alguien que solo había visto otras tres veces cuando mucho.
Afortunadamente, mi círculo de amigos se ha convertido en mi propio espacio seguro a través de los años así que aun cuando no estaba públicamente fuera del clóset, al menos había un grupo de personas con el que podía ser honesta.
El caso no resultó ser así para varios de mis amigos, algo que yo envidiaba de ciertos amigos, fue que su proceso de descubrimiento y de salir del closet fue muchísimo más rápido que el mío, pero atribuyó que mi proceso de decidir cuando era seguro mencionarlo y con quien es la razón por la que poco a poco fui alejándome de personas con las que no me sentía cómoda, por lo que asumí que iba a ser su reacción hacia mí una vez que supieran sobre mi orientación.
Después del dictamen, varios amigos me llegaron a comentar de amigos suyos que comenzaron a publicar que consideraban este movimiento innecesario o indebido y muchísimas más connotaciones negativas.
Es difícil decirle a alguien qué hacer en estas situaciones, ya que estas relaciones dependen de persona a persona y como varias personas consideran ridículo el perder amistades debido a diferencia de opiniones. Pero cuando se trata sobre tu propia identidad, se vuelve mucho más complicado que solo no estar de acuerdo. No solo se encuentra dentro de las personas que abiertamente expresan su desprecio hacia la comunidad, pero las que prefieren mantenerse al margen mientras hacen comentarios despectivos.
Quisiera pensar que cuando estas personas hablan sobre el cómo “no deberían existir etiquetas, todos son iguales”, lo hacen con las mejores intenciones de ser incluyentes y que para ellos no hace ninguna diferencia en cómo se comportan con otras personas, pero el querer categorizar bajo el “todos somos seres humanos” es un gran acto de ignorancia cuando se trata de hablar de actos de violencia contra gente de una comunidad en específico, porque esa misma etiqueta que para otros no es importante es lo mismo que hace que la gente no los respete y considere que es aceptable atacarlos.
En México, en los últimos cuatro años se registraron alrededor de 500 asesinatos de personas de la comunidad, con 79 en promedio al año, de los que se hayan reportado al público, donde solo 10% de estos casos fueron categorizados como crímenes de odio, la mayoría siendo mujeres transexuales, ya que viven en mayor nivel de desigualdad, son más discriminadas y están más expuestas a la pobreza, a problemas de salud y en este caso, violencia, seguido de hombres homosexuales que forman 40% de las víctimas. Agregando el hecho que las mujeres lesbianas y bisexuales son más propensas a ser abusadas sexualmente.
Podría seguir mencionando muchos más problemas, pero no cambiaría el hecho que, a grandes rasgos, aun si el tener la posibilidad de casarnos no es la mayor problemática dentro de la comunidad, funciona como una apertura. ¿Pero qué esperanzas podemos tener de tratar de resolver esta discriminación que conlleva el ser una persona de la comunidad, si algo que a simple vista no debería ser tan complicado se nos sigue negando una y otra vez?
Lo único que pude decirles a mis amigos, es que cuando vivimos en este tipo de situaciones donde ya es lo suficientemente difícil existir, bajo un gobierno que no considera esta demográfica de la población una prioridad, lo más importante que podemos hacer es protegernos entre nosotros mismos.