La nueva ola norteña

  • 25 Mar, 2021
  • Música

De los corridos se ha dicho mucho, más en el último año, donde casi de la nada se ha vuelto un sonido muy popular; desde los ya conocidos “corridos tumbados”, hasta los “trap corridos”, donde la influencia es más en la estética y los samples.

Por Sergio Pedro Ortiz

Desde finales del siglo 20, el lugar de la música regional en los canones del mainstream mexicano ha sido complicado, ya sea por el clasismo inerte de la cultura pop mexicana o el choque cultural de los valores en el centro de este género con la actualidad mexicana. La verdad es que su lugar ha sido muy extraño y su regreso aún más.

Casi como en casa

La música regional es un espejo líquido de nuestros sueños y realidades y, como la mayoría de los espejos de las realidades mexicanas, nos apena y nos asusta. Es parte de nuestro papel mexicano auto odiante, clasista y racista.

Los Cadetes de Linares

Para la segunda mitad de la década de los dosmiles, lejos estaban los tiempos de los corridos en los supermercados. Los valores de un México global y americanizado ya no encajaban con los complicados valores y sentimientos del regional mexicano; todo el género se había convertido en una verdad incómoda, una verdad que solo encajaba en el lugar de lo bruto y nostálgico.

Como la mayoría de las cosas en México, esta música se vive mejor en el mundo de la nostalgia. Desde sus origines en la polka, donde mineros alemanes y suecos tocaban esa música recordando sus propios hogares lejos de esta tierra extraña, y como las mejores cosas mexicanas tomamos su sonido y lo combinamos con nuestras sensibilidades, igual que con los tacos al pastor o el rock en español.

Música de na(r)cos

De vuelta en los dosmiles, las temáticas de estos corridos estaban más presentes que nunca. Desde finales de los 80’s, el narcotráfico en México se había convertido en el hijo prodigo del país, más específicamente en el norte, donde hasta el día de hoy mueren decenas de personas.

El Komander

Esto en los ojos de un México clasista y racista no podía ser más que un resultado inerte de la cultura alrededor de este crimen organizado, no una cultura de abuso, corrupción arraigada en las raíces del mismo estado.

Proyectos musicales como El Komander o Los Sanguinarios del M1, terminaron viéndose como propagadores de violencia y no un espejo de la realidad, algo así como el Hip-Hop en los 90’s en Estados Unidos, donde se le culpaba a los artistas por cantar y relatar la violencia que los rodeaba e inspiraba.

Jales medio chuecos

Para la mitad de los 2010, la clase media había hecho lo que mejor sabe hacer, apropiarse de estéticas y sonidos externos a ellos. No era muy extraño escuchar por las fiestas y cantinas “Pongan a Chalino”, “Sí we, me maman los corridos”.

Chalino Sánchez

Los sonidos y cultura que tanto despreciaban eran interesantes y nuevos hasta cierto punto, como pedir un taco sin tortilla, como fumar mota sin preguntar de donde viene; “Deme un narco corrido sin la pobreza o la violencia que lo acompaña”, “Deme un norte sin su gente”.

Esta parte de “deme un norte sin su gente”, es en realidad una verdad muy general para como opera la mayoría de las cosas en este país, en relación con el narcotráfico y por ende con su música, donde las clases o personas ajenas a la situación consumen el producto, pero ignoran la cultura o sus problemáticas específicas.

Vámonos pal Mictlán

Para mitades de la década de los dos mil diez, esta fascinación con los sonidos regionales norteños se había sentido en la escena musical con personajes como Juan Cirerol. La encarnación del conflicto con los sonidos norteños, un ser salvaje y libre, algo que se quiere consumir por externos hasta que su salvajismo y brutalidad demuestran ser mucho para ellos y lo vuelven a guardar en la oscuridad.

Juan Cirerol

De vuelta a la luz

Y ahora en los 2020’s, el futuro es ahora, tenemos los corridos tumbados, tenemos los narcocorridos trap, hasta Homegrown tiene su propio dúo de corridos trap. De una manera tal vez superficial, pero esos sonidos suenan cada día más cerca de ti. Eso se debe, tal vez, a la dualidad de los temas y estéticas en los sonidos de los corridos y el género Hip-Hop que tan felizmente apropiamos para nosotros.

Esto podría verse tal vez como una evolución del sonido, un Hip-Hop que refleje más nuestra cultura y no nada más una copia de sonidos externos a nosotros, pero eso solo el tiempo dirá.

Natanael Cano

Puros corridos tumbados, viejones

Y ahora, mientras estoy feliz de que se acepten de nuevo en la música popular estos sonidos y estéticas, me llegan estas preguntas: ¿Es esto una aceptación o una asimilación? ¿Es esto un progreso a la des-americanización del sonido? ¿O es solo una nueva moda, donde nos venden nuestros propios aguacates de vuelta?

Esperemos que estos sonidos estén para quedarse y con ellos una conciencia y respeto por su cultura de procedencia. Pero, por ahora, piérdanles el miedo a los sonidos regionales; no los romanticen, pero tampoco los demonicen, solo escúchenlos.

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