La Amargura de Lázaro Cristobal

  • 08 Oct, 2020
  • Música

Hay mil maneras de sacar una pena. En lo personal sigo prefiriendo la tradición de pedir un trago en una cantina y poner aquellas rolas amargas, ideales para naufragar por el sonido y el olvido mientras el dolor se eleva al ritmo de la música, retomando el pasado con la misma sensación de vacío y nostalgia que deja un buen cigarrillo en los labios.

Lázaro Cristobal Comalá, alter ego de Daniel Azdar, músico, poeta, duranguense, compadre, sujeto cualquiera forjado bajo la estirpe de Johnny Cash, Leonard Cohen, Bob Dylan y Nacho Vegas. Creador de los álbumes Lázaro Cristobal (2014), América Grande (2016), Canciones del Ancla (2018) y Samuel (2019), hablamos de un compositor abundante que tiene bajo el brazo un repertorio considerable, ubicándolo como uno de los músicos de folk del país más interesantes de la actualidad. En su obra podemos encontrar una decena de formas musicales distintas para hacer canciones con una guitarra, una buena letra y uno que otro instrumento (o distorsión) ocasional.

Ávido creador de relatos que en más de una ocasión retoman referencias culturales, sociales y literarias, Cristobal tiene una habilidad especial para cantar versos que te llevan a recorrer los paisajes y pueblos mexicanos, las intensas (des)aventuras del amor, los sufrimientos inseparables del estar vivo, la inevitable soledad, el viaje de consumirse en el tiempo y ahogarse en los vicios. Lázaro es un músico que no teme abrir el corazón a machetazos para incendiar y elevar las emociones hasta el abismo de lo real.

Para comprender más a fondo a Comalá decidí retomar la pieza de La Amargura, una canción de su último álbum que parece hecha para sumergirte en la esencia depresiva, insignificante y suicida que poseen los domingos. Con ocho minutos de duración, en esta pieza el músico narra los últimos pasajes de un personaje que ha decidido quitarse la vida, luego de que las desdichas y penurias se hayan acumulado y el protagonista haya “cumplido a cabal su contrato” con esta vida o con la parca, ve tú a saber.

La música de Amargura es lenta y sencilla, apenas el rasgueo suave de una guitarra electro-acústica con el acompañamiento de un banjo y el bending ocasional de otra guitarra. Estos instrumentos, en conjunto con el tono abandonado de la voz de Lázaro, crean una atmósfera que recuerda al viejo oeste o a la desolación del campo del México post-revolucionario. Uno puede imaginar al hombre solitario en medio de la tierra seca, tan ligero como el polvo, a la vez tan lleno de nada que seguir vivo resulta ridículo.

Este barco, que lento y borracho… Que va legua abajo… De tanto cargar… Vendió al mar la noticia… De que a esta vida vino a naufragar…

Entre las influencias musicales de Lázaro seguro están grandes íconos de la canción mexicana como José José o Chavela Vargas, ya que en la Amargura (y en muchas otras de sus canciones) retoma elementos de esas baladas que bien podríamos clasificar como “odas a la angustia”, compuestas por una voz triste, profunda y desgraciada que va marcando el flujo de la canción; una letra aullante que representa un digno “lamento a la mexicana”; referencias a la soledad, la muerte y la desesperanza; la bebida como refugio e impulso previo al escape final de las penurias.

En la letra de Amargura también encontramos el pasaje Escogí el árbol, colgué la soga, y oí a los perros ladrar a deshoras…, cuya carga simbólica dirige el pensamiento a dos referencias literarias del Siglo XX. Por un lado, tenemos al cuento clásico de Juan Rulfo “¿No oyes ladrar a los perros?” —influencia que se ve en el Comalá del compositor—, una historia trágica tejida con desesperación, rencor y desesperanza cuyo imaginario parece compartir el mismo tipo de escenario que la canción de Lázaro. Por otro lado, el verso recuerda al relato existencial de “Esperando a Godoth”, obra de Samuel Beckett perteneciente al Teatro del Absurdo, donde la idea de suicidarse colgado de un árbol surge como un posible escape al bucle en el que los protagonistas se encuentran atrapados, mientras le dan sentido a su vida esperando que llegue alguien que nunca lo hará.

Music | Lázaro Cristóbal Comala

No me voy, me cambio de sombra… di un paso al pasado, y el otro a este canto… para llegar aquí…

Los conceptos en Amargura y otras composiciones de Lázaro son varios, y van desde el olvido al naufragio, la soledad, la orfandad, el alcohol, la muerte, el cambio, la desdicha y el suicidio —según una entrevista hecha al autor en 2018, ese año intentó suicidarse cuatro veces—. Y si bien muchas de sus canciones tienen una vibra de nostalgia y resignación (ideales para los amantes de “la música triste”), no todo tiene que estar cargado de melancolía, soledad y vacío, pues Lázaro también tiene relatos románticos, historias del andar trotando por la tierra y odas al afrontar con poesía esta vida que tanto nos da y tanto nos quita.

Si usted quiere conocer más de este gran compositor, en camino de convertirse en un referente indispensable del nuevo canto mexicano, aquí les comparto algunas de mis canciones favoritas, para que sigan llenando sus vacíos con versos que les quiten la sed y les hagan compañía a sus domingos suicidas.

The Ballad of Bono Corona; Detén tus caballos; Mira si no es un buen día para naufragar; Somos Olmos, no damos peras; Adiós, que abras más ventanas; No es cierto que ya nadie va a Durango; Santa Marta Huracán; La Sed (Nos Volvimos Laberintos).

P.D: Próximamente pretendo invitar al compa Lázaro a mi programa de música en UABC Radio “Independiente”, a ver si se anima a compartirnos más de sí mismo y de sus canciones. Podrán buscarlo en www.radio.uabc.mx/independiente, o bien pueden agregarme en Facebook para que estén al pendiente de ello.

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