‘El Santo contra las momias de Guanajuato’; Un clásico del cine de terror mexicano
- 12 Nov, 2020
- Tocho Morocho
La lucha libre y las películas de terror son dos de mis cosas favoritas. Aún recuerdo cuando miré por primera vez El Santo y Blue Demon contra las momias de Guanajuato. Realmente me horrorizo, digamos que mi mente de niño aún no dimensionaba lo cómico de este cortometraje, el cual se ha ganado un lugar en el salón de la fama del cine de oro mexicano.
Las Momias de Guanajuato (1970) fue dirigida por Federico Curiel y adaptada por Rafael García Travesí, actúan Blue Demon, Mil Máscaras, El Santo y Elsa Cárdenas. Sin duda el mejor elenco.
En la película, un cómico guía turístico conocido como Pingüino es el encargado de mostrar las momias a los turistas que visitan Guanajuato. Pingüino explica cómo los rostros de las momias han sido carcomidos por el tiempo, en contraste con sus cuerpos, los cuales se mantienen bien conservados.
Pingüino relata a los turistas que una de las momias pertenece a Satán, un viejo archienemigo del Santo, El Enmascarado de Plata, y quien un siglo atrás fue derrotado por él.

Satán juró que se vengaría del Santo y firma un pacto con el diablo, el cual le permitirá volver a la vida. Sorprendidos con tal fantástico relato, los turistas salen del museo dirigidos por Pingüino, quien antes de salir mira la mano de Satán moverse y cae desmayado consumido por sueños donde las momias vuelven a la vida.
Ya reanimado, descubre que todo ha sido una pesadilla. Visiblemente asustado Pingüino entra al cabaret del pueblo y cuenta a sus amigas Lina y Alicia su sueño. No le creen, pero cuando visitan el cementerio, la momia de Satán ha desaparecido, por lo que deciden ir a visitar a Blue Demon y Mil Máscaras y contarles lo que está pasando.
A partir de aquí se viene una de las batallas más icónicas del cine mexicano, lanza llamas, policías, balas y porrazos son algunos de los elementos que configuran la trama y las escenas de acción en esta película.
Demos un vistazo al pasado y retomemos el cine de oro mexicano que, en su inocencia, su propuesta y estética radica en su verdadero valor.